Capítulo 1
Capítulo 1: La carta misteriosa
Era un soleado viernes de abril en Sain, un pueblo ubicado en las costas del norte de España. Hacía bastante calor, algo poco común en esas zonas, por lo que la gente que caminaba por la calle parecía estar a punto de desmayarse. Todo esto era observado por el estudiante de secundaria Mikel Nail, quien disfrutaba del brillo del sol desde su ventana. Mikel era un chico de 15 años, y contaba con un pelo largo y castaño, y unos ojos azules
-¡Mikel, ven a desayunar! -exclamó una voz.
-Ya voy, Will -respondió Mikel.
Mikel se giró y salió de su habitación, y a los pocos segundos apareció por la puerta de la cocina, donde le esperaba su hermano Guillermo.
Guillermo, o Will para los amigos, era el hermano de Mikel. Tenía 14 años, pero no quedaba mucho para su cumpleaños. Él era un poco más bajo que su hermano, pero por el resto ambos eran muy similares, salvo porque Guillermo tenía una piel pálida, mientras que Mikel contaba con una piel más morena.
-Que raro que te hayas levantado tan pronto -mencionó Will- Por lo general te sueles despertar a las 7:00, pero veo que hoy eres madrugador.
-Bueno, ya sabes cuánto me gusta mirar por la ventana los días tan calurosos como este -respondió Mikel sonriente.
-Pues tienes que dejar de tener esa costumbre -recomendó Will a su hermano- Algún día de estos te vas a tirar media hora ahí y te vas a quemar, y verás que gracia te va a hacer.
-Tranquilo, yo ya sé cuánto puedo estar -dijo Mikel tratando de tranquilizar a Will.
El desayuno estaba sobre la mesa, como cada mañana. Este era preparado por la madre de los hermanos todos los días. Siempre era la misma delicia: una taza de leche desnatada con galletas de chocolate. Los hermanos se sentaron y, mientras desayunaban, comenzaron a hablar.
-Bueno, qué tal llevas el trabajo de literatura -preguntó Will.
-No muy bien… -respondió Mikel- llevo 2 páginas de las 8.
-Pues esta tarde ya sabes, a escribir -sentenció Will- que ni a mi ni a Jon ni a Nia le va a hacer ninguna gracia suspender por tu culpa.
-Si, tranquilo, esta tarde no toco el móvil hasta que termine -aseguró Mikel.
-Eso mismo dices cuando te toca estudiar historia, y al final siempre estás a medianoche estudiando, y encima al día siguiente pareces un zombi -recordó Will.
-Bueno ¿Y tú cómo vas? -le preguntó Mikel a su hermano.
-Bastante bien, me faltan un par de líneas -respondió Will.
Para cuando se dieron cuenta, ya habían terminado de desayunar, y ambos se dirigieron a su habitación, donde comenzaron a prepararse para ir al instituto. Mikel se dió cuenta de que Will llevaba la mochila llena, y le preguntó sobre esto.
-¿Qué llevas ahí? Parece que va a explotar en cualquier momento -bromeó Mikel.
-Los apuntes de historia -respondió Will- que por cierto, no te veo nada preocupado por el exámen.
-Bueno, tengo toda la semana que viene para estudiar, no veo a qué viene tanta prisa -se justificó Mikel.
-Pues viene a que siempre te acaba pillando el toro en el último día, Mikel -explicó Will.
Los hermanos partieron hacia el colegio, y en el camino se encontraron con sus mejores amigos: Jon y Nia.
Jon era un chico alto, de ojos azules y pelo de color negro azabache. Siempre llevaba el pelo arreglado con gomina. Por su parte, Nia era una chica de estatura media de pelo negro y largo, y tenía unos aros colgando de las orejas.
-¿Habéis terminado vuestra parte de literatura? -preguntó Jon.
-Yo si, pero Mikel todavía no -respondió Will, seguido de un resoplido.
-Mikel, tendrías que ir terminando ya -dijo Nia.
-Si, estad tranquilos, esta tarde me pongo con eso.
Los amigos llegaron a la escuela antes de que las puertas se abrieran, por lo que tuvieron que esperar a que llegaran los profesores para abrirlas. Entonces, llegó un grupo de chicos, entre los cuales se encontraba un compañero de clase de Mikel, Martín.
-Hombre, pero mira a los pringados -dijo Martín de forma despectiva.
-Según tú, todo el mundo menos tú somos unos pringados, así que igual eres tú el único pringado -contestó Jon.
-Uy, pero si se pone gallito… -se burló Martín.
Por un momento parecía que eso se saldría de control, pero, afortunadamente, los profesores intervinieron, y luego abrieron las puertas. Antes de entrar, Jon y Martín se dedicaron una mirada desafiante el uno al otro. No se llevaban demasiado bien.
-Que pereza subir por las escaleras… -murmuró Will.
-Oye… ¿Y si subimos por el ascensor que hay al otro lado del pasillo? -propuso Nia.
-No es mala idea -dijo Mikel.
-Suena bien -afirmó Jon.
-Pero…¿Y si nos ven? Los alumnos no podemos ir por ahí… -recordó Will- Realmente no tengo problemas si subimos por las escaleras como solemos hacer siempre y como están haciendo todos…
-Vega, Will, que por darle un poco de emoción a la vida no se va a morir nadie -dijo Jon, tratando de animar a Will.
-Pero si nos pillan igual si que salimos mal parados -recordó Will.
-Tu lo has dicho, en caso de que nos pillen saldríamos mal -remarcó Jon- Basta con que vayamos con cuidado para que no nos pillen.
Finalmente, Will decidió animarse. Se separaron del grupo y se dirigieron al pasillo de los profesores. No estaban corriendo, ya que llamarían la atención, pero sí que habían tomado un ritmo algo veloz, ya que estaban bastante nerviosos. Finalmente, llegaron al ascensor, y Mikel pulsó el botón rojo que había al lado, para que el ascensor bajase hasta el piso más bajo. Tras un minuto de espera, Will se puso demasiado nervioso, y decidió volver con el resto de compañeros, para subir por las escaleras antes de que algún profesor les atrapara con las manos en la masa.
-¡Venga, Will, no te eches atrás ahora! -pidió Jon.
-Ya sabéis que esto de jugármela no es lo mío -respondió Will- Como me vean, seguro que me retiran mi puesto como subdelegado.
Will se giró y se dirigió a las escaleras, donde los últimos de la fila comenzaban a subir. Justo entonces, sonó un pitido proveniente del ascensor, y este comenzó a abrirse. Will se detuvo por un momento, y se quedó observando como la puerta del ascensor se abría lentamente. Lo que el grupo no había tenido en cuenta era que en ese ascensor podría haber alguien.
-¡¿Qué hacéis vosotros aquí?! -exclamó una voz.
Los chicos se sobresaltaron cuando escucharon aquello, y, por unos momentos, se quedaron completamente inmóviles. Cuando la puerta terminó de abrirse, una señora mayor, con cara de pocos amigos, salió de ahí. Nía fué la primera en reaccionar, y salió corriendo hacia las escaleras. Will hizo lo mismo, pero Jon y Mikel decidieron ir en otra dirección. La señora comenzó a perseguir al dúo de chicos, por lo que, en cuanto visualizaron el aula más cercana, entraron de golpe, sin pararse a leer el letrero que indicaba a qué curso pertenecía. Una vez dentro, ya más tranquilos, se fijaron en el letrero, y descubrieron que no estaban en un aula, sino que estaban en el despacho del director. Sin embargo, el director del colegio había fallecido hacía apenas tres meses, y todavía no se había escogido un nuevo director, debido a varios problemas económicos.
El fallecido director era, sin duda, uno de los directores de colegio más raros que podía haber. Casi nadie conocía su nombre, y había estado encerrado en su oficina el último año de su vida 12 horas al día.
Mikel sentía una gran curiosidad por aquel misterioso hombre, por lo que comenzó a indagar por cada rincón del despacho. Encontró desde pañuelos llenos de mocos hasta una almohada, por lo que parecía que nadie se había molestado en recoger nada. Jon tenía ganas de irse de ahí, hasta que encontró una foto que le dejó sorprendido. Se trataba de una foto del director jugando al fútbol. Jon se sorprendió, pues a él le encantaba el fútbol. De hecho, formaba parte del equipo de fútbol de Sain, el cual era uno de los mejores de la zona. De hecho, Jon había sido seleccionado un par de veces para el equipo infantil de Vizcaya.
Mikel siguió buscando interesado, hasta que se agachó para observar si había algún libro bajo el pupitre del centro del despacho. No se encontró ningún libro, pero lo que sí que encontró fue una carta pegada con cinta adhesiva al pupitre desde abajo. La recogió con cuidado, y la abrió lentamente. Jon dejó de prestarle atención a la foto, y se acercó para ver el contenido de la carta.
Mikel sacó una nota de la carta, y la observó por unos momentos antes de leer, buscando alguna firma o algo por el estilo. Justo entonces, la señora de antes irrumpió en el despacho. Estaba a punto de llevarselos de ahí, cuando se fijó en la nota, y se la arrebató de las manos a Mikel.
-¿Qué es esto? -preguntó la señora, seguido de comenzar a leer en voz alta la carta.
“Saludos al que haya encontrado esto y esté leyendolo ahora mismo. Mi nombre es Nicolás Camploy. Seguramente este nombre te sonará bastante, debido a que soy el director y fundador de todos los colegios de esta zona…”.
-¡Es una carta del director!¡Tenemos que entregarsela al subdirector Shane! -dijo Mikel.
-Creo que será mejor que me la lleve a mi despacho, he de analizarla -dijo la señora, mientras comenzaba a caminar hacia la puerta.
-Usted no va a ninguna parte con esa carta -dijo una voz desde el pasillo.
Entonces, el subdirector Shane apareció por la puerta de la oficina, deteniendo a la señora.
-¿Me podría decir su nombre? Es que no me suena de nada haberla visto por este colegio… -pidió Shane.
Tras oír eso, la señora trató de escapar, pero el subdirector la atrapó fácilmente, le arrebató la carta, y la echó del colegio.
-Señor Shane… ¿Qué es…? -trató de preguntar Mikel.
-¡Y vosotros a clase! -ordenó el subdirector.
Mikel miró su reloj. Ya eran las 8:10. Las clases habían comenzado hacía 10 minutos. Los dos chicos abandonaron con prisa la oficina, no sin antes fijarse en la poco común expresión seria de Shane, quien siempre solía ser muy alegre y agradable.
Jon y Mikel subieron rápidamente las escaleras, y llegaron a su clase, donde les esperaba su tutor, el profesor Collan. Este era un hombre corpulento, con un aspecto bastante agradable, el cual concordaba con su personalidad.
-¿A qué se debe la tardanza? -preguntó Collan.
-Profesor…¿Podría hablarnos sobre Nicolás Camploy? -pidió Mikel.
Collan pasó de su expresión bonachona a una más seria, y pidió a los alumnos que pasasen al aula. Cuando todos estaban listos para comenzar la clase, el profesor Collan cogió una tiza y comenzó a explicar quién era Nicolás Camploy.
-Nicolás Camploy era el director de este colegio, y, como ya sabéis, falleció por causas naturales hace relativamente poco. Bueno, no solo era el director y fundador de este colegio, sino que también el de la mayoría de colegios de la zona -explicó Collan.
-¿Pero cómo podía ser director de tantos colegios a la vez? -preguntó Nía.
-El dedicaba todo su tiempo a sus colegios. No descansaba. De hecho, hace cómo 20 años, surgió el rumor de que era una especie vidente, ya que siempre estaba donde se le necesitaba -contó Collan nostálgico- Era como si supiera donde se le iba a necesitar. En esos tiempos, yo era un estudiante como vosotros, y me fascinaba la idea de que el señor pudiera predecir el futuro.
-¿Ya ha terminado con su charla? -preguntó Martín con un tono borde.
-No. Hay algo más que deberíais saber. Sería injusto que lo supieran todos menos vosotros -dijo Collan- Tras la muerte de Nicolás, su hijo, Isaac Camploy, fue invitado a una entrevista de televisión, la cual se emitió en un canal de pago exclusivo de estas zonas. En esta entrevista, el tema principal fue Nicolás.
-¿De pago? Entonces, no lo debió de ver mucha gente -dedujo Nía.
-Exacto. Todo iba normal, hasta que, cerca del final, Isaac reveló algo que nadie sabía -explicó Collan- Dijo que, durante su último año de vida, Nicolás se había dedicado a esconder varios objetos por toda Vizcaya, los cuales, si reunes todos, funcionaran como una especie de llave, con la que podrás abrir una puerta.
-¿Y qué hay detrás de la puerta? -preguntó Jon.
-Según Isaac, un tesoro -respondió Collan.
-¿Y dónde está? -preguntó otro alumno.
-No se sabe -respondió Collan- Ni el mismo Isaac sabe su ubicación.
-O sea, que encontrar los objetos nos serviría para poco más que para perder el tiempo -murmuró Martín.
-Bueno, suena bastante loco a la par que divertido -dijo Mikel alegremente- Yo me apunto a la búsqueda.
-Ah, también os recomiendo ir en grupos… -recomendó Collan.
-¿Porque lo dice? -preguntó Will.
-Bueno, resulta que el resto de colegios de la zona también están enterados... -dijo Collan- Y van a colaborar entre las clases.
-¿Quiere decir que nos vamos a enfrentar a más de 50 personas trabajando en equipo? -preguntó Jon.
-Eso multiplicado por el número de colegios que participen en la búsqueda -añadió Collan.
-¡Es imposible!¡Dejadlo ya! -exclamó Martín, harto de escuchar.
-No es imposible si nos unimos todos -dijo Mikel.
-Por eso mismo es imposible, a nadie le importa el tesoro ese de las narices -dijo Martín.
En ese momento, una chica que estaba sentada en el fondo de la clase se puso en pie.
-Yo me apunto a la búsqueda -dijo la chica.
-¡Así me gusta, Beca! -exclamó Nía eufórica.
-Yo también -dijo otro.
-Y yo -se animó otro.
-Suena divertido -comentó otro.
Poco a poco, los alumnos se iban poniendo en pie, apuntandose a la aventura, hasta que solo quedaron Martín y su grupo.
-Haced lo que os dé la gana, pero conmigo no contéis -sentenció con el ceño fruncido.
Después de esto, la clase comenzó. Un rato después, el subdirector Shane entró en el aula. Se dirigió a Mikel, y le entregó el sobre de antes.
-Ya me he enterado de que os apuntáis -dijo el subdirector- Creo que esto os será de ayuda.
-Gracias… -dijo Mikel sorprendido, mientras tomaba el sobre- ¿Por qué nos ayuda?
-Bueno… Nicolás era un amigo mio -reveló Shane- No quiero que aquello que él escondió en su último año se lo lleve cualquiera. Sería bonito que lo consiguiera yo y mi colegio. ¿No crées?
-La verdad es que sí, sería bastante emotivo… -admitió Mikel.
-Por cierto… a cambio… -susurró Shane- ¿Qué te parece si una parte del tesoro se la lleva el colegio?
-¿Eh? -soltó Mikel.
-Bueno… -continuó Shane- Como ya sabrás, el colegio no está pasando por su mejor momento, económicamente hablando…
-Ah, claro… -recordó Mikel- De acuerdo. Si lo encontramos, una parte será destinada al colegio.
-Confío en que lo encontraréis -dijo Shane esperanzado.
Durante el recreo, los alumnos que se habían apuntado a la aventura, se reunieron en una esquina del patio.
-Veréis, el subdirector Shane… -trató de decir Mikel.
-¡Espera, espera! -le frenó Beca- Si queremos montar una organización o un equipo, tendremos que ponerle un nombre ¿No?
-Si tú lo dices…
-A mi se me ocurre que se puede llamar BecaNM -sugirió Beca.
-¿Cómo?
-Beca de Beca, N de Nía y M de Mikel, los nombres de los líderes -explicó Beca.
-¿Y por qué tu nombre es el único completo? -preguntó Will- Y lo más importante…¿Porque no me consideras como líder a mi también?
-A la primera pregunta, porque, debido a mi inteligencia, yo seré la más importante -respondió Beca, dejando ver su gran ego- Y respecto a la segunda pregunta, es porque tú no has aportado nada a la charla de antes.
-¡¿Qué has dicho?! -exclamó Will.
-¡Silencio! -cortó Mikel- ¡Ya pensaremos en el nombre más tarde!
Mikel sacó el sobre del bolsillo de su chaqueta. Los alumnos se quedaron mirando con curiosidad el sobre. Mikel lo abrió y comenzó a leer la nota en alto.
“Saludos al que haya encontrado esto y esté leyéndolo ahora mismo. Mi nombre es Nicolás Camploy. Seguramente este nombre te sonará bastante, debido a que soy el director y fundador de todos los colegios de esta zona. Si hay algo que siempre me ha apasionado, desde luego es enseñar a los niños a ser mejores personas. Educar es mi pasión y mi misión. Por eso mismo, ya que no me queda mucho tiempo de vida, he decidido preparar esto como última voluntad. He escondido 7 objetos o llaves por toda la zona norte de Vizcaya. Para conseguir cada uno, tendréis que aprender una lección muy importante. Puede que ahora no lo entiendas, pero cuando lo sientas en tu piel, entenderás lo que te digo. El que consiga los 7 objetos, será obsequiado con una recompensa económica. Os deseo suerte a todos los aventureros. Adios”
Un gran silencio se hizo. Todos estaban pensativos. EL silencio perduró hasta que Nía hizo la pregunta que todos tenían en la cabeza.
-¿Y como vamos a saber como son los objetos? -preguntó- Porque necesitamos saber su aspecto. Si no, es prácticamente imposible.
Mikel comenzó a hurgar en el sobre, en busca de alguna pista. Por suerte, la nota no era lo único que había en el sobre. Mikel logró sacar una hoja de cuaderno, en la que había un dibujo. Will cogió la hoja y comenzó a examinar el dibujo, tratando de descifrarlo.
-Puede que esto sea uno de ellos…-dijo observando el dibujo.
-Parece una moneda -opinó Jon.
-Es verdad -murmuró Mikel- Parece una moneda de un euro.
-¡Pues yo creo que tengo una aquí! -exclamó entusiasmado Lelon, que era uno de los que se habían apuntado.
-No creo que valga cualquiera -dijo Mikel cortando el entusiasmo de Lelon.
-¿Y como se supone que vamos a encontrar justo esa moneda? -preguntó Nía.
-Bueno, lo primero ¿Cómo sabemos que esta es una de las llaves? -preguntó Beca.
-Por esto -respondió Will señalando un texto escrito en letra pequeña en la parte superior de la hoja.
“Para conseguir la primera llave, debéis de aprender algo relacionado con el espíritu competitivo.”
-Es una pista ¿No? -dijo Jon.
-Eso parece… -murmuró Nía.
Al momento, una alarma sonó, indicando el final del recreo. Mikel les lanzó una mirada alegre a los demás, y tras esto, subieron por las escaleras que conducían a su aula. Por el pasillo, de camino a su clase, se encontraron con el señor Shane.
-¿Y bien? -preguntó Shane- ¿Os apuntais?
-Por supuesto.
buen blog me ha encantado
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